La reserva de Maíz de China, una amenaza para los precios.

El último informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) sobre la oferta y demanda mundial de maíz desató una lógica baja de precios al estimar no solo una producción récord de 1028,4 millones de toneladas sino también un stock superior a 220 millones de toneladas. Cuando analizamos la composición de este último vemos que China representa casi un 50% del stock mundial con más de 100 millones de toneladas como reserva estratégica, cifra similar a la informada por FAO.

La política de precios mínimos designada por Beijing para garantizar su autosuficiencia alimentaria ha generado altos niveles de producción así como buenos ingresos para los agricultores pero desembocó en un gigantesco stock de maíz que representa más de 5 meses de consumo interno.

Sin embargo, el panorama podría ser mucho más alarmante. Las estimaciones norteamericanas vienen siendo cuestionadas por muchos analistas que han recorrido en profundidad el territorio chino y han advertido que el stock de maíz local puede llegar a duplicar dichos valores. Pensar en un stock chino de 200 millones de toneladas llevaría la relación stock/consumo global por sobre el 30%, haciendo temblar aún más los precios del cereal.

Las preocupaciones sobre la magnitud del stock y su calidad han ido in crescendo. El gobierno chino ha anunciado que pondrá fin a la política de precios mínimos para el maíz. Los reemplazará por subsidios directos a los productores en caso de caída de precios. Es un intento por normalizar el mercado donde los precios sostén son superiores a los de indiferencia de importación.

Por otra parte, la magnitud desproporcionada de los stocks hace difícil la transición ya que una caída abrupta del precio local puede llegar a desatar millonarias pérdidas para las empresas del estado que atesoran los mismos. Estas pérdidas, también, se pueden multiplicar por la presumiblemente deteriorada calidad de los granos pobremente almacenados durante años.

Se presentan pues escenarios inquietantes para el mercado ya que China puede decidir exportar sus excedentes de buena calidad – ya sea como grano o como derivados industrializados – desatando una mayor presión bajista en los precios del cereal.

Por otra parte, Beijing puede decidir no jugar la carta exportadora pero puede limitar las importaciones de maíz y de todos sus sustitutos para agilizar el consumo de los stocks locales por lo que los precios internacionales también sufrirían.

Fuentes del mercado chino estiman que Beijing buscará no alterar el mercado internacional. Sin embargo, no hay soluciones mágicas. Todo tema relacionado con la seguridad alimentaria es una cuestión de estado para el gigante asiático y sus estadísticas están guardadas bajo siete llaves mientras que sus políticas están encriptadas por una retórica de difícil lectura.

La falta de información clara no hace más que agregar incertidumbre al mercado. Los jugadores del mismo están esperando señales del gigante rojo ya que la magnitud del stock chino constituye una verdadera espada de Damocles para los precios del cereal.

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